El debate sobre que hacer con la violencia juvenil es viejo y ya se ha dicho mucho. Pero en este momento intentaré escribir un muy breve ensayo sobre mi postura. En Pensando Argentina siempre busco dar una mirada progresista, nacional y popular a todos los problemas de la nación y también a aspectos culturales y sociales. Y la cuestión de la juventud no es un tema menor, al contrario creo que no debe quedar fuera de ningún debate a la hora de pensar un país. ¿Es realmente un joven, en edad adolescente y a veces hasta preadolescente, el culpable de la situación en la que se encuentra? ¿O el verdadero culpable es la sociedad? ¿La forma de terminar con la violencia juvenil es con más violencia, con cárceles y leyes más duras? ¿O se soluciona con educación y salud verdaderamente públicas, en pocas palabras, insertándolo en el mundo?
:: Una sociedad individualista, excluyente y cruel.
La sociedad ha cambiado mucho en los últimos años debido a la infiltración en el país de un modelo neoliberal que no solo destruye y desestabiliza a la política y al Estado sino que debilita la jerarquía social del pueblo, lo separa, lo individualiza, lo hace más egoísta y menos solidario. En realidad, haciendo una visión histórica uno podría decir que el capitalismo, sobre todo la defensa de la propiedad privada, trae tácitamente la idea de que yo tengo derecho a tener y el otro no porque no hizo el esfuerzo que yo hice. Indudablemente esto genera desigualdades, pero no solo genera desigualdades, sino que genera la sensación de que no hay que ayudar al que está mal, porque se lo merece y yo si me merezco disfrutar de lo que conseguí sin sentirme culpable. Pero no podemos pensar así, no debemos creer que la solución la tienen otros y nosotros nos tenemos que cruzar los brazos. Por eso no quiere decir que el camino es el socialismo. La solución debe ser crear una sociedad igualitaria, justa y solidaria. Se puede construir tanto con el socialismo, con la democracia, o con las dos. Pero indudablemente ningún sistema netamente capitalista lo va a crear, ni el liberalismo ni el Estado de Bienestar de Keynes.
El neoliberalismo, ha acentuado y profundizado más este pensamiento y esta forma de ser de la sociedad. Económicamente ha generado niveles de desigualdad nunca antes visto, a nivel nacional e internacional. Y la desigualdad y el egoísmo van de la mano. ¿Y cuál es la consecuencia de éstos dos flagelos? La violencia. No hablamos de los grupos organizados, ni las grandes mafias que controlan millones de dinero. A esos hay que combatirlos. Pero no viene al tema hablar de ellos, sino de los jóvenes indefensos y vulnerables durante su infancia, que roban una cartera, una billetera, y que en casos extremos pueden llegar a entrar a una casa o asaltar un negocio. Muchos de ellos son victimas de la desigualdad y el egoísmo.
:: Los chicos no nacen chorros.
Evidentemente no es así, no podemos pensar que los nenes a los 3 meses tienen “cabeza de negro” “mente podrida”. Hay algo que los transforma en pequeños delincuentes unos años más tarde. No son los genes, como muchos creen y tampoco lo es su color de pie, barrio de nacimiento o residencia. Es desde la primera luz que entra por sus ojos, desde la primera lágrima que rueda por sus mejillas, desde sus primeros pasos y sus primeras palabras en las que el egoísmo y la desigualdad los empieza a moldar. Desde el momento en que empiezan a respirar el aire del mundo ya no son parte de la sociedad que lo habita. Comienza su vida y ya están excluidos. Si uno los analiza casi psicológicamente, desde chicos que ellos no son parte de nuestra sociedad, pero porque el pensamiento egoísta cree que hay gente que tiene derecho a un servicio de salud y educacional por el dinero que posee. ¿Pero si todos somos seres humanos, y tenemos los mismos derechos no tendríamos que tener la misma educación y la misma salud? Pero no es así, un chico que no tiene para comer y que tiene que pensar en conseguir el pan de cada día a los 7 años, es entendible, razonable y justificable que no piense en estudiar, cuando ve a su padre buscar trabajo, o emborracharse y golpear a su familia. Pero el padre no hace eso por maldad, sino que lo hace porque fue marginado de joven y se crío en un ámbito violento, igual que su hijo, que va a terminar haciendo lo mismo, generando un ciclo sin fin que no se terminará si no se corta el problema desde la raíz, porque encarcelando a la gente con medidas más severas no hace más que generar rencor en las familias y sobre todo en los hijos.
Y para cortar el problema de la raíz, hay que insertar a los jóvenes. Si la sociedad los excluye no es justo que sean juzgados con las leyes y las reglas de ésta. Para juzgarlos hay que insertarlos, no podemos culparlos de no respetar lo que nadie se ocupó de darles, no podemos juzgar que violen la propiedad privada si a ellos nadie les dio la oportunidad de que la tengan. ¿Son ellos los culpables de que no hayan tenido educación y salud pública? ¿O los culpables son los que creyeron que no tienen nada que ver con la política o la democracia y que por eso no deben preocuparse por el prójimo? La democracia se construye entre todos y para todos, dejando de lado nuestros egoísmos y conscientizándonos de que la solución está en nuestras manos. Porque democracia es la participación real del pueblo en el gobierno, y eso se logra con solidaridad y compromiso.
Uno de los grandes sociólogos del momento, Bauman, ha escrito en sus libros como ha cambiado la sociedad, producto de los cambios neoliberales que alteraron las jerarquías sociales. En una de sus obras “Vida de consumo” recalca la diferencia entre consumo y consumismo, muestra como la sociedad de hoy a sobre valorizado lo material por encima de los valores democráticos. Ha tomado como democracia el derecho a tener mis cosas y no como el compromiso a cambiar la realidad entre todos. Explica, con la claridad y simpleza que lo caracteriza, como la desigualdad acentuada en los últimos años neoliberales convierte a los chicos en violentos; ya al ser pobres se sienten excluidos por esta razón, pero para poder sentirse parte de la sociedad, deben consumir lo que la sociedad consume, de tal forma no se sentirán tan denigrados. Es así, que deberán tener zapatillas caras, un Ipod, Mp4, ropa de marca, televisor, Internet, y para conseguirlo, gastarán los pocos recursos que tengan (por lo tanto se harán más pobres y sacrificarán algunas necesidades básicas para sentirse miembros de la comunidad) o se verán obligados a tantear carteras, billeteras o bolsillos. Indudablemente esta situación de los jóvenes los lleva a estar en un marco violento casi permanentemente, en el que sin tener oportunidad de educarse, cada vez se van a ver más involucrados, convirtiéndose ellos mismos en agresivos, en chicos que cuando van a bailar se pelean sin tener ningún problema de ir con cuchillos o elementos que puedan llegar a matar, en chicos que se irán adentrando en la delincuencia para cuando sean ya mayores, convertirse en delincuentes profesionales. Y allí va a salir la gente a pedir más policías, leyes más duras, peores cárceles, sin saber que fueron ellos durante muchos años los que fueron formando la psiquis delictiva de esa persona.
:: Sobre el papel del Estado.
El Estado debe garantizar la seguridad y el bienestar de todos los habitantes del territorio que gobierna, por empezar. Pero no entrando en otros terrenos que no tienen que ver con el tema, como por ejemplo si el papel de las cárceles es castigar o buscar insertar en la sociedad a los presos. Pero sin ninguna duda el Estado debe garantizar la seguridad de sus habitantes, y como ya he dicho, no lo va a lograr con mayor dureza y severidad, sino que va a acentuar las desigualdades, la injusticia, el rencor y la violencia.
La violencia juvenil se debe a que los chicos no están en los lugares propios para su edad. Si un chico que tendría que estar en el colegio o jugando con amigos, se encuentra en un ámbito violento, crecerá y se volverá agresivo, y esa no será su culpa. Es común escuchar como justificación, que él se lo buscó por no ir al colegio, es culpa de los padres, por más de que lo ayudes ellos no aceptan. Pero ¿es verdaderamente así? Ya he remarcado que un chico que no tiene para comer no va a pensar en educarse. Es aquí cuando el Estado debe empezar a trabajar para erradicar la violencia.
La educación pública, debe ser garantizada totalmente. Se deben realizar planes de inserción escolar profundos, se debe aumentar el presupuesto y se deben construir escuelas. Indudablemente es algo que en un gobierno no se puede hacer, pero nadie dice tampoco que la tarea sea fácil o esté al alcance de las manos. Se deben proveer a los chicos comida nutritiva para todo el día, materiales para poder concurrir al colegio, asistencia psicológica, etc. En síntesis, se tendrá que hacer todo lo humanamente posible para mantener a los jóvenes en las aulas, por lo menos hasta que finalicen la escuela secundaria.
La educación hará que los chicos sean más conscientes sobre determinados temas, los hará menos violentos a la hora de salir a la noche y los alejará paulatinamente de los ámbitos delictivos, pero ella sola no sacará a los niños de la violencia, el Estado debe tomar medidas que formen parte de un mismo arquetipo, un sistema que contenga diferentes pilares que se sostengan entre sí, que deben ser: eliminación de la pobreza, salud y educación pública de excelencia, y una reforma profunda de las cárceles, que deben funcionar como la herramienta para la inserción a la sociedad y no como antros donde los delincuentes se hacen más violentos. A su vez, se debe garantizar que el chico esté alejado del ámbito violento, que haya una regulación efectiva que vigile que nadie sea maltratado en su casa.
Hay que tener bien en cuenta esto, todos los flagelos que atacan a la humanidad tanto a nivel nacional como internacional no pueden ser solucionados de forma separada. Se debe formar un sistema en el que cada una las partes tenga tal importancia que en caso de desaparecer, éste se desmorone. La pobreza, excluye a los chicos de la educación y la falta de ésta los hace vulnerables a la violencia, a la marginalidad y a la delincuencia. Por otro lado, si un chico, un joven, es detenido y termina en la cárcel (si ya es mayor), es catapultado hacia el empeoramiento de su destino. Porque la cárcel no corrige, no sirve para insertar a los presos a la sociedad. Si un chico que camina la segunda década de su vida tiene que convivir en lugares como las cárceles, lo más probable es que genere más violencia y rencor en él. Todo esto gracias a la violencia reinante en el sistema penitenciario y la falta de oportunidades que tiene un ex convicto. Se debería bregar para que aquél que termina la condena que la Justicia creyó necesaria para su delito puede acceder a los beneficios de la sociedad, integrarse y ser parte de ella. En algunas cárceles del mundo, los convictos tienen un régimen de enseñanza que les permite salir en libertad en caso de terminar todos los ciclos de estudio. Obviamente no puede aplicarse este sistema a toda la comunidad carcelaria, pero si a aquéllos que llegaron allí juzgados por una sociedad a la que no pertenecen porque esta nunca les dio lugar.
Por tanto, no podemos seguir creyendo que la violencia juvenil se va a terminar con penas más severas y con chicos en las cárceles desde los 16 años, porque al salir, su conducta será muchísimo peor. Así se generaría un círculo vicioso, intentando tapar los problemas poniendo medidas preventivas. Pero a los problemas hay que extirparlos desde la raíz, no puede quedar ningún resabio que potencialmente pueda llegar a desarrollar nuevamente el conflicto. Y la raíz de la violencia juvenil se encuentra en la pobreza, la marginalidad, el individualismo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario